Puntuación:
Fallido drama romántico con elementos de ciencia-ficción que no está a la altura de sus referentes cinematográficos.
El director Nacho Vigalondo irrumpió en el cine español con una serie de inventivos cortos donde destacan 7:35 de la mañana, candidata a los Óscar de 2004, o Domingo. Su paso al largo con la simpática Los cronocrímenes fue saludada con un éxito internacional a pesar de su escaso presupuesto. No obstante, el resto de sus largometrajes parecen partir de ideas más o menos originales que, sin embargo, no siempre están bien desarrolladas. Vuelve a ocurrir lo mismo con Daniela Forever.
Vigalondo, que también ha firmado el guion, nos ofrece un drama romántico que bebe del cine del guionista y realizador Charlie Kaufman, especialmente de ¡Olvídate de mí! (Michel Gondry, 2004); Desafío total, en la versión de Paul Verhoeven, e incluso elementos de la onírica Origen, el largometraje de Christopher Nolan.
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Así nos encontramos a un DJ que se enamora en Madrid de una pintora. Sin embargo, la chica muere y su pareja no parece recuperarse. Gracias a una amiga, se somete a un tratamiento para superarlo a través de sueños vividos. Sin embargo, decide saltarse las instrucciones para revivir en un mundo onírico a su novia.
El autor de Colossal nos muestra a un personaje que se encuentra perdido entre la dura realidad y un universo soñado, donde él es un particular Dios capaz de cambiar los hechos a su antojo. El realizador utiliza diferentes formatos de la imagen para que el espectador diferencie entre ambos mundos.
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Quizá el gran problema de la película provenga de que Vigalondo parece tan preocupado en la virguería narrativa que se olvida de crear unos personajes interesantes y una historia más o menos emotiva sobre el sentimiento pérdida del ser humano. Por otra parte, flaquea al dirigir actores, especialmente a los españoles. Nunca Rubén Ochandiano, Aura Garrido o la casi siempre magnífica Nathalie Poza han ofrecido trabajos tan poco solventes. Tampoco ayudan unos escasamente carismáticos Henry Golding y Beatrice Grannò, que encarnan a los protagonistas.
A todo ello hay que añadir que Vigalondo se pierde en su propia historia y, de paso, a los espectadores. En definitiva, Daniela Forever acaba siendo una cinta arriesgada, pero también bastante fallida.
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